El centro que depende del CSIC y del Ayuntamiento de Barcelona está investigando los orígenes genéticos y los usos ancestrales de una planta con una historia milenaria
El proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, es uno de los diez proyectos que cuentan con la autorización y licencia de la AEMPS (Agencia Española de los Medicamentos y Productos Sanitarios) para el cultivo de cannabis con fines de investigación. La agencia dependiente del Ministerio de Sanidad apunta como principales metas de estas investigaciones el desarrollo de genotipos y fenotipos, así como el registro de variedades Cannabis Sativa y el estudio su rendimiento y comportamiento.
Los objetivos que persiguen los investigadores del Instituto Botánico de Barcelona y la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona son: identificar el origen de esta planta, las variedades químicas y genéticas del cannabis silvestre a nivel mundial, la recopilación bibliográfica de sus aplicaciones en el transcurso de la historia de la humanidad y sus posibles aplicaciones como tratamiento contra el cáncer.
En el estudio, liderado por Joan Vallès Xirau, se comparan y compilan las diferencias morfológicas, genéticas, la variabilidad de sus componentes químicos (cannabinoides y terpenos), así como los documentos históricos que versan sobre su uso. Además, se han propuesto hacer ensayos in vitro para comprobar los efectos beneficiosos que puede tener en la cura del cáncer, el resultado de los cuales aún es preliminar y necesitan desarrollar.
Durante tres años consecutivos, el equipo de doce investigadores se ha desplegado por todo el globo para encontrar las variedades más puras. Con la colaboración de botánicos locales, han recogido entre 500 y 600 muestras de la planta que crece de forma natural, no cultivada, mejorada, ni hibridada por la mano humana. Así, esperan determinar si existe un perfil químico ancestral, distinto al de los comercializados actualmente, y si la especie original Cannabis Sativa proviene de una o más cepas.
Gran parte de las muestras recogidas provienen de Asia y Europa del Este, ya que en el resto de continentes, como África y América, la mayoría de ejemplares se encuentran en plantaciones de variedades que han sido retocadas genéticamente por los cultivadores para adaptarlas a las demandas del mercado ilegal.
La tarea que tienen más avanzada es la elaboración de una base de datos, para la que ya han reunido más de 10.000 documentos, la mayor parte de la India y China, los dos lugares donde está más documentado el uso del cannabis en la antigüedad.
Tal como afirma una de las investigadoras principales del proyecto, Teresa Garnatje, al diario Público, el cannabis “tiene una gran cantidad de usos tradicionales que se podrían explotar mucho más y que se podrían estudiar mucho más, sobre todo en la vertiente medicinal —y apostilla—, se debería hacer más investigación”.
En el mismo artículo la también directora del Instituto Botánico pronostica que deberán pedir una prórroga para que la AEMPS amplíe durante un año más el permiso para el cultivo de cannabis debido a un déficit en el muestreo. Las restricciones para viajar durante la pandemia se han sumado a los obstáculos legales existentes en algunos países para disponer de ejemplares silvestres de la planta; y cuanto más exhaustivo sea el muestreo más inequívocos serán los resultados.